sábado, 21 de agosto de 2010

ETICA o PERIODISMO

ETICA O PERIODISMO
Por Wally Santos



En la sociedad actual, muchos son los intereses y los objetivos que se involucran con los personajes de la vida pública, y somos nosotros, los periodistas, los llamados a ser ese eslabón informativo para llevar los datos más relevantes de esos personajes y sus hechos a la sociedad en general.
Como decía un profesor que tuve en mis años de estudios universitarios, somos los “traductores de ese extraño lenguaje político a un idioma que la sociedad en general entiende y está familiarizada”.


Los periodistas, somos como los padres de familia que llevamos el pan diario a nuestros hijos; pero ¿será que un padre de familia le podría llevar un pan mohoso o en mal estado a su familia, sabiendo que pone en riesgo la salud de todos? El sentido común nos dice que no.


Cuando leo alguna nota de cualquier género periodístico en los Medios, admiro la sencillez y claridad con que se exponen los hechos, la riqueza textual y sobre todo, la veracidad y ética con que el periodista expresa esos hechos o sus pensamientos en esas cortas líneas. La deontología y la axiología en el campo periodístico nos dan las directrices de cómo fundamentar una redacción periodística, sea cual sea el tema. Pero cuando esos principios se ven alterados por la codicia y el oportunismo de algunos mal llamados periodistas, el desencanto, la molestia y la frustración hacen presa de mis pensamientos.


Todo acto de corrupción es punible desde cualquier punto de vista. Se supone que los actos de corrupción que ocurren con los funcionarios públicos son graves y se debe exponer ante la sociedad por medio del quehacer periodístico, a pesar que algunos colegas ponen en riesgo su vida misma (como sucede en varios países y en el mío); pero cuando esos actos de corrupción ocurren en contubernio con el gremio periodístico, es más grave aún. Los “delitos”, tanto morales como penales, en que incurren algunos periodistas (huizaches de la información, como yo les llamo) van desde el tráfico de influencias, confabulación hasta el encubrimiento de hechos que afectan el erario o los intereses de la sociedad en general.


En la ciudad donde yo vivo, Mazatenango (en el Suroccidente de Guatemala) todos los días suceden este tipo de situaciones. Comparto mi tiempo de trabajo como Publicista y como presentador de un programa de noticias por Radio y TV, en diversas oportunidades hemos salido a la calle con mi equipo técnico para realizar nuestro trabajo, normalmente nuestros reporteros hacen la tarea, pero en situaciones especiales debemos hacerlo nosotros mismos. Y nuestra sorpresa es cuando observamos a varios “huizaches” haciendo también su trabajo, “asaltando” a los funcionarios o personajes de la vida pública en general.


Conversando con los directores de varias oficinas públicas, nos comentan que estos “huizaches” no hacen ninguna entrevista si no se les paga anticipadamente por ello (Q.100.00 por nota, unos $11.00 aprox.). “Quizá estos funcionarios de oficina exageran”, pensé. Pero luego, al preguntar a los alcaldes, gobernadores y otras autoridades de la región, todos coinciden en la misma aseveración de estos hechos.


Días posteriores, realicé una curso de “Comunicación, Locución y Periodismo Radial” y una de mis estudiantes era una oficinista de Derechos Humanos quien me dijo que, en cierta oportunidad, ellos realizaron algunas actividades con la población, invitaron a los periodistas por teléfono y la mayoría de ellos dijeron: “…pero habrá algo para las gaseosas” (refiriéndose a la cuota que cobran por hacer la nota). Incluso han llegado al colmo, que algunos de estos personajes no trabajan para ningún Medio, y hacen la farsa de realizar la “nota periodística” sólo para obtener algún dinero de sus entrevistados. Otros, llegan con los alcaldes y los amenazan con “hablar mal de ellos” si no les dan el pago de una entrevista.


Seguramente usted, estimado lector, estará horrorizado por saber estas cosas que ocurren en Guatemala (pues por lo que algunos colegas cuentan, esto está generalizado en todo el país) y específicamente en el gremio periodístico. Pero eso no es todo, lo más grave aún es que, recientemente me enteré que un diputado del partido oficialista, inauguró la ampliación de una pequeña escuela en un pueblo cercano a Mazatenango. Cuatro o cinco de estos “huizaches” que trabajan para importantes Medios de Comunicación a nivel nacional, se enteraron de los malos manejos del presupuesto y sobrevaloración de la ampliación de dicha escuela por parte de ese diputado, y llegaron al contubernio de participar en una jugosa cuota para ellos también, para no “publicar” nada al respecto, algunos dicen que Q50 mil para cada uno de estos reporteros, otros hablan de Q70 y Q125 mil (tasa aprox. de cambio en $1 = Q8.5).


Sea cual sea la cantidad, realmente esto da náuseas. Leyendo un comentario de una mujer que daba su opinión acerca de este hecho (en un diario On-Line de mi país), ella preocupada por esta situación, le hacía un llamado a la Asociación de Periodistas de Guatemala, a los gerentes de los Medios impresos, al Ministerio Público y a otras entidades similares, pero parece que todo mundo hace oídos sordos o simplemente no les interesa hablar del tema.


Esto es preocupante, porque ahora no sólo hablamos de corrupción en las altas esferas de gobierno (que es lo cotidiano) sino también en el gremio periodístico. ¿Qué tanta veracidad y objetividad tienen las noticias que leemos en Guatemala? Yo también soy periodista y ahora me cuesta creer lo que algunos de mis colegas de esta región escriben o transmiten. Por ejemplo, algunas personas comunes y corrientes me dicen en la calle que, es desesperante ver algunos noticieros locales, puesto que hay mucha publicidad enmascarada de “noticia” en la TV. Especialmente de algunos funcionarios públicos (alcaldes y diputados) que hacen demasiada publicidad de las obras que como OBLIGACIÓN tienen que hacer. Obvio, ellos “pagan” para mostrar esas obras a la población.


No está de más que cualquier funcionario quiera quedar bien con su población, está bien; pero los métodos que utilizan para hacer llegar esa información no es la correcta. Especialmente cuando el gremio periodístico se presta para hacer un mal uso de sus instrumentos de trabajo, o pone en duda su ética profesional.


Aunque la mayoría de los funcionarios tienen algunas “cositas sucias” qué esconder, aún hay unos pocos que sí trabajan, digamos con honradez y quieren hacer las cosas bien. Sucede que uno de estos pocos alcaldes de una ciudad cercana a Mazatenango, cansado del asedio y del constante acoso de los “huizaches” de la información, tuvo que “echar a la calle” a varios de estos utilizando a su policía municipal. Por supuesto, al verse frustradas sus intenciones, estos “huizaches” difundieron la noticia en los tele-noticieros locales que: “Se está violentando a la prensa”, “Funcionario atenta contra la libertad de expresión e información”, “Se veda al pueblo el derecho a ser informado” y titulares similares.


¡QUÉ BANAL! ¡QUÉ SUCIOS! ¡QUÉ….! No tengo más calificativos que expresen lo bajo que pueden llegar algunos periodistas al actuar de esta forma. Es cierto, cuando se atropellan los derechos de un genuino periodista por el cumplimiento de su trabajo, hay que denunciarlo y castigar a los culpables; pero ¿y qué… cuando se usa el nombre de PRENSA para extorsionar a los demás?


Es fácil hablar de “la paja en el ojo ajeno”, pero es difícil hablar del “árbol” (y de mala hierba) que se tiene en nuestro gremio, ante nuestros propios ojos. Y lamentable aún es observar que la “industria” periodística de mi país no hace nada por limpiarse de estos malos elementos. Al menos, yo estoy haciendo mi parte, denunciando públicamente este tipo de abusos que cometen algunos malos elementos de nuestra “prensa”. Aunque sé que no seré del agrado para muchos de mis colegas al leer ellos esto. Por ejemplo:


Recientemente fui invitado para ofrecer una conferencia acerca del tema “Los Géneros Periodísticos” en la Universidad estatal de mi ciudad con estudiantes de la carrera de Periodismo. Al mencionar acerca de la ética que se debe tener en este trabajo, algunos de los estudiantes expresaron sus comentarios al respecto. Me sorprendió la naturalidad con que ellos ven este tipo de cosas, me decían: “Teacher… la mayoría de los periodistas de aquí lo hacen”. Pero aún más, me llamó la atención la forma de hablar de uno de estos estudiantes, un tipo que tiene un record sorprendente como “huizache” de la información en mi ciudad (puesto que lo conozco personalmente), me decía que, aunque esa forma de actuar es “normal” no se debería caer en la “FAFA” (término que se utiliza en mi país para nombrar al acto de recibir dinero mal habido por parte de los periodistas); pero que quienes caen en la necesidad de hacer eso, es porque las grandes empresas periodísticas no pagan buenos sueldos. Sin embargo, más tarde, luego de despedirme de ese animado grupo de estudiantes, recibí una llamada telefónica donde me expresaban insultos de todo tipo, por hablar de este tipo de cosas a los estudiantes. Aunque fingían la voz, era de suponer de dónde venía tal llamada.


Lamentablemente, esa es la realidad que vivimos aquí en Mazatenango. ¿Dónde está la ética profesional del gremio periodístico? o ¿Será que Ética y Periodismo son dos cosas sin relación alguna?


Afortunadamente, como dice un refrán popular... "Los Buenos somos más, eliminemos la corrupción".