lunes, 26 de septiembre de 2016

efectos de la musica instrumental en el cerebro

ACTUALIDAD: NEUROCIENCIA.

EFECTOS QUE LA MÚSICA CLÁSICA PRODUCE SOBRE NUESTRO CEREBRO
Por Wally Santos




Realizando una recapitulación de notas y estudios científicos que se han hecho desde hace algunos años en el campo de la neurociencia y los efectos de la música instrumental en cerebro de los humanos, les presento en esta oportunidad el criterio surgido con base a tales estudios.   Sentimientos y criterios encontrados son plasmados en este artículo debido a que algunos investigadores afirman que el cerebro reacciona de una forma muy especial ante los estímulos de las notas musicales, mientras que otros sostienen que es un "mito científico".

De acuerdo al criterio del neurólogo y neurocientífico argentino Facundo Manes, una de las teorías que apuntan al por qué del comienzo de la música estaría en que el ritmo nos hace movernos juntos, bailar juntos, y de alguna manera eso supondría un beneficio evolutivo al hacernos actuar de forma más altruista y unida. Manes explica también que la música es uno de los elementos más placenteros de la vida, y se desarrolla en un circuito cerebral que gestiona las respuestas físicas ante estímulos emocionales.

Hablamos realmente de placer físico, además de emocional. Según el neurocientífico Robert Zatorre, la música estimula la liberación de dopamina directamente desde las zonas del cerebro asociadas a la generación del placer. La reacción que produce se percibe físicamente como un escalofrío o una conmoción. Al mismo tiempo, el cerebro almacena en un archivo todas las melodías que conoce, y eso le permite desarrollar también la capacidad de anticipar acciones.

Aunque ambos hemisferios cerebrales son complementarios, hay algunas funciones que se gestionan específicamente por uno de ellos. Así, en el hemisferio derecho encontramos la integración de las funciones asociadas a los sentimientos, las sensaciones y las habilidades artísticas. Es el responsable de informarnos de nuestra orientación espacial y de cómo percibimos los colores, las formas y los lugares. Es, en definitiva, el integrador de las distintas informaciones que recibe a través de sentidos y emociones, englobándolos en una sola cosa. Por su parte, el hemisferio izquierdo gestiona el habla, la escritura, la lógica, las matemáticas y la numeración. Lo interesante es que la música se procesa en ambos hemisferios, y se vincula tanto a lo artístico como a la capacidad integradora, al desarrollo del habla y a las matemáticas, entre otras cosas.

Básicamente la formación musical reorganiza el cerebro y multiplica las interconexiones neuronales entre áreas diferentes del cerebro. Hasta tal punto es así que los científicos empiezan a pensar que el virtuosismo y la genialidad es fruto de una exposición temprana a la música, y no necesariamente algo innato. Evidentemente se puede nacer con predisposición, pero el papel del aprendizaje musical en la modificación del cerebro empezaría a verse como algo mucho más relevante de lo que hasta ahora se pensaba.

De alguna manera la música actúa como unificadora y armonizadora, ya sea entre los dos hemisferios o como vínculo entre las distintas áreas cerebrales, pero también es capaz de vincular entre sí el cerebro de otras personas. Investigaciones del Instituto Max Planck han descubierto que cuando varios músicos ejecutan una pieza musical en conjunto, sus cerebros se sincronizan entre sí, creando una especie de red de cerebros, aparte de las propias redes inter-neuronales que generan en sí cada uno de los intérpretes.



Esta imagen se generó por un aparato especial, asignando
colores a las notas musicales.


Efecto Mozart

Se denomina "efecto Mozart" a la serie de supuestos beneficios que produce el hecho de escuchar la música compuesta por Wolfgang Amadeus Mozart. Dicho efecto «continúa siendo objeto de investigación, sin ninguna pronunciación firme o definitiva que reivindique o deseche la teoría en cuestión

En 1991, el otorrinolaringólogo e investigador Alfred A. Tomatis publicó el libro Pourquoi Mozart basado en su Método Tomatis, y en el cual utilizaba música durante las sesiones de terapia con sus pacientes, afirmando que la música de Mozart ayudaba en el proceso y que podía curar casos de depresión. Su método, desarrollado a mediados del siglo XX, pretendía estimular el oído y el sistema nervioso para integrar aspectos sobre el desarrollo y comportamiento humano.





Estudios que han investigado este "efecto"

En 1993, la psicóloga Francesa Rauscher, de la Universidad de California describieron en un artículo, «Music and Spatial Task Performance», publicado en la revista Nature, que la exposición de 36 estudiantes durante 10 minutos a la sonata para dos pianos en re mayor KV 448/375a  tenía efectos positivos en las pruebas de razonamiento espacio temporal. Este efecto duraba unos 10 minutos.

El estudio se realizó sobre tres grupos de 36 alumnos de instituto en cada grupo. Mientras un grupo escuchaba a la obra citada, un segundo grupo escuchaba a instrucciones de relajación diseñadas para reducir la presión arterial. Un tercer grupo permaneció en silencio. A los diez minutos, tuvieron que completar una serie de tareas, incluyendo pruebas de razonamiento según Stanford-Binet y pruebas de doblar y cortar papel. Los investigadores encontraron que los alumnos que habían escuchado a Mozart obtuvieron puntuaciones más altas que los alumnos de los demás grupos.

En 2001, la revista Journal of The Royal Society of Medicine publicó una recapitulación respecto al efecto Mozart realizado por el Dr. J. S. Jenkins, en donde afirma que efecto Mozart existe, pero hay que delimitarlo y estudiarlo con más profundidad. Entre sus conclusiones, afirma que cuando hay una mejora en los rendimientos, esta es pequeña y el efecto no va más allá de unos 12 minutos. Tampoco afecta a la inteligencia en general. Sin embargo, afirma que hay efectos beneficiosos en personas con epilepsia, pero que los resultados no son específicos a las composiciones de Mozart y que no existen criterios musicales definidos.

En 2003, la revista Nature publicó una investigación de la Universidad de California que reforzaba la idea concluyendo que solo diez minutos de una sonata para piano de Mozart bastaban para mejorar nuestro razonamiento espacial.

En 2007 un informe publicado por el ministerio alemán de investigación, del que se hizo eco Nature, y un análisis posiblemente de toda la literatura científica relacionada con música e inteligencia, concluye que «escuchar pasivamente la música de Mozart —o cualquier otro tipo de música del agrado de uno— no hace a una persona más inteligente. Pero otros estudios deberían ser realizados para comprobar si la audición de música podría incrementar a largo plazo el coeficiente intelectual de un niño...».

En mayo de 2010 un equipo de científicos de la Universidad de Viena comprobó la influencia de la música de Mozart en 3000 personas, y los resultados no registraron ningún incremento en la inteligencia de los sujetos que habían sido sometidos al experimento.

En 2013, el biólogo Nicholas Spitzer de la Universidad de California cuestionó la existencia del efecto Mozart a partir de sus interpretaciones de un estudio que dijo que no se mostraba ningún efecto en la actividad o capacidad cerebral por escuchar música de Mozart


Respuesta del Cerebro (por resonancia magnética) ante el estímulo musical


La Revista MUY, resaltó en un artículo que el escuchar música barroca (la mayoría la conoce como clásica) producía al menos 9 efectos en nuestro cuerpo:

A la música clásica se le han otorgado desde siempre diversos beneficios como reducir el estrés o provocar un mejor crecimiento de las plantas. Pero, mientras esperamos a saber si sería bueno ponerles a nuestros geranios una buena lista de Spotify de Mozart o Bethoven, veamos algunos de los beneficios probados de la música clásica en nuestro cerebro:

1. La música causa las mismas emociones que el habla:

Según algunos estudios, la música tiene la capacidad de provocar escalofríos o hacer que nuestro corazón “se hinche de alegría”, incluso en diferentes culturas.. Por ejemplo, la música occidental causa emociones de excitación o alegría. Esto se debería a que la música imita las características tonales de la emoción de la voz, aprovechando nuestra capacidad de comunicación y nuestras asociaciones culturales de la misma forma.

2. La música puede ayudarnos a recuperarnos tras un trasplante:

Según una investigación publicada en The Journal of Surgery Cardiothoraic, escuchar música clásica u ópera tras un trasplante de corazón puede significar la diferencia entre el éxito y el fracaso, ya que han encontrado que la música reduce la ansiedad, el dolor y las nauseas, incluso afirman que podría haber algún efecto sobre el sistema nervioso parasimpático (una parte del sistema nervioso cuya función es controlar cosas inconscientes de nuestro cuerpo, como la digestión). Según la investigación, realizada con ratones que recibieron un trasplante cardíaco, la música clásica alargaba el tiempo de vida del trasplante antes de que fallara respecto a otros tipos de música, posiblemente mejorando el sistema inmune según los investigadores, pero esto no está totalmente aclarado.

3. La música clásica puede reducir el dolor y la ansiedad:

Relacionándolo con el ejemplo anterior, una investigación realizada por el Duke Cancer Institute encontró que usar auriculares con cancelación de ruido y en los que se escuchara música clásica (en este caso se escuchaba a Bach), redujo el dolor y la ansiedad durante una biopsia de próstata. Normalmente se produce aumento de presión arterial por la tensión y ansiedad, pero al poner la música no se dio tal aumento. Además, los que usaron auriculares informaron que sintieron menos dolor.

4. Escuchar música clásica podría mejorar el rendimiento:

Según un estudio reciente del Health Science Center de la Universidad de Texas, los médicos que escuchaban a Mozart mientras realizaban una colonoscopia aumentaron sus tasas de detección de pólipos precancerosos por encima de las referencias, y por encima de los médicos que no escuchaban música. Incluso cuando los médicos conocían la finalidad del estudio, sus tasas de detección saltaban del 27,1 % al 36,7 %, que no esta nada mal. La investigación sugiere que esta mejora del rendimiento también podría darse en más profesiones y en otras situaciones.

5. La música clásica puede bajar la presión arterial:

Si ya sabemos que reduce el dolor y la ansiedad, que nos digan que la música también reduce la presión arterial no debería sorprendernos, ya que también reduce el estrés y esto, a su vez, afecta a la presión arterial, según las comparaciones realizadas en un estudio de la Universidad de San Diego entre música clásica y jazz, pop u otras. Como ya se imaginan, los que escuchaban música clásica tenían niveles más bajos de presión arterial.

6. Escuchar música clásica podría combatir el insomnio:

Como ya se comentó, primero hay que dejar de fumar (o no empezar), ya que el tabaco afecta a la calidad del sueño. Y, si aún así se tiene problemas para conciliar el sueño, una investigación de la Universidad de Toronto afirma que escuchar música clásica antes de dormir podría ayudar, ya que provocaría que nos durmamos más rápido y que, además, durmiéramos más tiempo (¿para qué usar fármacos teniendo música? encima es más económico).

Esto se debería a los ritmos y patrones tonales de este tipo de música, que crean un estado de ánimo meditativo y unas ondas cerebrales lentas.

7. El “Efecto Mozart” mejora de forma temporal el razonamiento espacio-temporal y la memoria a corto plazo:

Pues si, Mozart también tiene un efecto, aparte de grandes obras musicales. Este efecto consiste, según un meta-análisis de todas las investigaciones realizadas hasta 1999 sobre el tema, en que escuchar a Mozart causaría excitación, lo cual provocaría una mejora temporal del razonamiento espacial y de la memoria a corto plazo (pero nada de mejorar nuestro cociente intelectual, que nadie se ilusione). Según otro estudio realizado en 2003, esta mejora apenas duraría 15 minutos.

8. La música clásica puede fomentar el desarrollo del cerebro en los niños:

Resulta que este tipo de música ayuda a un mejor desarrollo cerebral, aunque no convierte en un genio a nadie. Pero, según un estudio realizado por el Dr. Gordon Shaw, de la Universidad de California-Irvine, los niños que escuchaban a Mozart y luego estudiaban piano tenían mejores puntuaciones en matemáticas que los demás. Y, según otros estudios, escuchar y practicar música podría ayudar a los niños a desarrollar las habilidades espaciales y verbales y a fomentar el auto-control.

9. La música clásica puede ayudar a aprender nuevos idiomas:

Según las investigaciones de la Universidad de Illinois en 2005, se encontraron pruebas de que escuchar música clásica mejoraba el aprendizaje del lenguaje, ya que podría fomentar el aprendizaje de gramática, vocabulario, mejorar la pronunciación y hasta ayudarnos a apreciar más la cultura. Posteriormente, otros estudios han apoyado estas conclusiones. Y, lo más impresionante sobre este tema, es el método usado por el Dr. George Lazanov, profesor de lengua extranjera, que usa música barroca para ayudar a sus estudiantes a aprender 1.000 palabras de vocabulario de idiomas extranjeros en un solo día con una precisión del 85 al 100% (si esto es verdad, habrá que probarlo…).

Así que la música barroca (o clásica como la llaman algunos), es muy beneficiosa para la salud en general, por lo que les sugerimos, vayan haciendo su colección musical de este tipo, y escucharla en nuestros momentos de relajación o trabajo.   Éxitos y cuéntenos sus experiencias a mi correo: wallysp77@gmail.com